Esculturas zoomorfas en Argés
Una de las manifestaciones arqueológicas más llamativas de la Península Ibérica durante la Segunda Edad del Hierro y los comienzos de la romanización, es la escultura zoomorfa en piedra, popularmente conocida como «verracos». Las especies que se representan son dos, toros y cerdos, pero cuando los detalles lo permiten también es posible diferenciar el jabalí.
Estas esculturas están talladas en bloques de granito donde se representa al animal de cuerpo entero así como el pedestal que lo sustenta. Su plástica responde a unos rasgos bastante comunes. En líneas generales acusan una evidente simplicidad en las formas y cierto grado de abstracción, pues aunque en algunas ocasiones se observa la intención de querer indicar detalladamente las diversas partes que constituyen la anatomía del animal representado, lo habitual es que el escultor se ciña a unas líneas básicas – cara, testuz, papada, sexo, rabo, extremidades – que permitan identificar la especie y la anatomía del animal representado. La postura es siempre la misma, de pie, con las extremidades paralelas, ofreciendo al espectador un solo punto de vista, el frontal o, mejor dicho, el frontal-lateral. La única variación admitida consiste en representar a la pieza en actitud de acometer, con la posición avanzada de las patas. Sus dimensiones no son uniformes, desde ejemplares de menos de 1 metro hasta esculturas de casi 2,80 m de longitud, y suelen presentar los órganos sexuales muy marcados, tratándose siempre de machos y nunca hembras.
El área de dispersión de estas esculturas abarca las tierras occidentales de la Meseta, esto es, las provincias de Zamora, Salamanca, Ávila, Segovia, Toledo, Cáceres y las comarcas portuguesas de Trás-os-Montes y Beira Alta, coincidiendo en gran parte con el territorio que las fuentes antiguas adjudican a los vettones, una de las poblaciones más importantes de la Segunda Edad del Hierro.
En Argés, existe una figura zoomórfica que estaría incluida en la categoría de estas esculturas de la Edad de Hierro, pero únicamente podemos percibir el esbozo del cuerpo de un verraco al que le falta la cabeza y la parte inferior de sus extremidades, estando los
antebrazos ligeramente delineados, siendo desconocidas las dimensiones de la pieza.
Se hace difícil precisar las circunstancias de su hallazgo, aunque parece ser que se encontraba formando parte de una valla cerca del recinto del cementerio. Actualmente forma parte de la propiedad de un coleccionista particular de este municipio.